La autoestima es el valor que cada uno se asigna a sí mismo y tiene que ver con qué tanto te aceptas cómo eres y qué tan satisfecho estás con lo que haces, piensas o sientes. Esto a su vez está relacionado con el grado en que crees que tienes derecho a ser feliz y cuánto te respetas y defiendes tus intereses.
Es un concepto que proviene de saberte querido y respetado por los demás, así como de sentirte competente, es decir, tener confianza y seguridad, lo que te ayudará a ver la vida con gusto y te facilitará el logro de tus metas propuestas.
Una autoestima alta implica quererte, admirarte y respetarte, es la clave para lograr relaciones gratificantes y positivas con los demás, enfrentar con éxito las adversidades, arriesgarte a luchar por lo que quieres y desarrollar tus propias capacidades. Si cuentas con una autoestima positiva eres capaz de valorar tus logros y los de los demás. Si expresas adecuadamente tus emociones, estarás abierto a recibir el afecto de quienes te rodean y confiar en sus capacidades.
Una autoestima negativa te hará sentirte incapaz y actuarás de manera insegura y dependiente de la opinión y aprobación de los demás. Te llevará a percibirte como persona desagradable y a la que nada le sale bien. Un autoconcepto negativo favorecerá en ti actitudes pesimistas, ansiosas o depresivas.
Origen de la autoestima
Tú no naciste con un concepto de lo que eres, sino que lo fuiste formando y desarrollando progresivamente. Este concepto está marcado por dos aspectos: el autoconocimiento que tienes de ti, del conjunto de datos que tienes con respecto a tí, así como por los ideales a los que esperas llegar, es decir de cómo te gustaría ser o desearías ser. Esto se ve fuertemente influenciado por el entorno en el que te desenvuelves; si ambos aspectos se acercan, tu autoestima será cada vez más positiva.
La autoestima la desarrollas a través de tus experiencias con otras personas y las actividades que realizas. Por ello, las experiencias vividas durante tu infancia juegan un papel importante en tu nivel de autoestima, y la calidad de estas experiencias influyen directamente sobre tu nivel de valoración personal. Durante los primeros años de vida, tus éxitos y tropiezos y la forma en que fuiste tratado por las personas significativas de tu entorno social, (padres, amigos, maestros, etc.) contribuyeron a la creación de esa imagen de tí mismo que llevas dentro y en consecuencia a establecer tu nivel de autoestima.
Aprende a aceptarte
Cuando los hechos que debes afrontar tienen que ver contigo mismo, vivir conscientemente puede tornarse muy difícil. Aquí es donde entra en juego el desafío de la autoaceptación. La autoaceptación es aceptar lo que sientes y lo que eres en cualquier momento de tu vida.
“Aceptar” no significa “gustar”, aceptar no significa que no desees cambios, significa experimentar, sin negación, ni rechazo, que un hecho es un hecho, en este caso significa aceptar que la cara y el cuerpo que ves son tu cara y tu cuerpo y que tu forma de ser es tu forma de ser.
Autoaceptación significa reconocer que eres valioso y digno de ser querido y respetado a pesar de no ser perfecto. Generalmente la gente tiene un concepto equivocado de lo que significa aceptarse, con frecuencia piensan que quiere decir negar o restar importancia a lo negativo, resaltar las cualidades y pensar que son lo máximo, nada más alejado de la realidad.
Aceptarte como eres no significa que digas “así soy y ni modo”, ni quiere decir, que te tienen que gustar todas tus características y todo lo que haces. Tampoco quiere decir que debes resignarte, resignarte en mantener el enojo y el dolor o decir “no puedo hacer nada al respecto”. Aceptarte es reconocer tus características reales para cambiar lo que puedas cambiar y vivir de la mejor forma posible lo que no puedas cambiar, eso es aceptación.
Aceptarte es reconocer tus fallas y defectos sin devaluarte por ellos, sin rechazarte, es estar contento contigo mismo por ser como eres y por existir.